Este relato lo escuche de ún instructor en algun curso que asistí, entendí la escencia y trato de reproducirlo con mis palabras.
Cierto día un vendedor de seguros, se presentó a una entrevista con el dueño de una cigarrera, la más grande del mundo, con quien tenía una entrevista para la firma de una póliza de seguro de vida que le había logrado vender. Se encontraban en la entrevista y se llegó el momento de presentarle al dueño de la cigarrera la póliza que tenía que firmar y resultó que el Sr. No sabía firmar y tuvo que llamar a su asistente para a través de un poder que se le había otorgado pudiera firmar cualquier documento importante como era el caso de esta póliza.
El vendedor de seguros al ver esta escena se sorprendió de tal forma que no resistió preguntarle al dueño de la cigarrera el ¿porque siendo el dueño de aquella empresa de tal magnitud y conocida a nivel mundial, no sabía firmar?
El Sr. Con la mayor tranquilidad le explicó la siguiente historia:
Yo nací en una comarca al norte de este país, los habitantes del lugar se dedican al pastoreo de ovejas, no había escuelas, por tanto el estudiar no era importante, sin embargo una que otra persona sabía leer y escribir porque de alguna forma habían logrado salir del lugar para asistir a una escuela y por platicas con estas personas uno se enteraba de la existencia de otros mundos diferentes al pastoreo que a estas alturas era a lo que yo me dedicaba a mis 14 años.
Dentro de estas pláticas un día escuche que en la Iglesia de Santa María, ubicada en la capital, estaban solicitando un campanero para lo que ofrecían enviarles el importe del pasaje de ida a la capital pero no incluían el regreso si no resultaba seleccionado, esto resultó muy atractivo para mí, que quería probar otra suerte, y pedí a uno de los que sabían escribir enviara por favor mi solicitud para competir para dicho puesto y así fue.
A los pocos días recibí el aviso de haber sido aceptado para competir como candidato para ocupar dicho puesto, y también me enviaron el dinero para cubrir el pasaje únicamente de ida, en esos momentos yo no pensaba en el regreso porque mentalmente me hice a la idea de que ese puesto sería para mí.
Al llegar a la iglesia había cualquier cantidad de personas deseando obtener el puesto, pero yo no desistí y era tal mi deseo que después de una serie de entrevistas fui seleccionado, por tanto el puesto era para mí y tenía que pasar con el párroco de la iglesia para recibir instrucciones.
Al llegar con el párroco, me entrego papel y lápiz y me pidió que tomara nota.
A lo que respondí:
Perdón Padre, yo no sé leer ni escribir.
¿Pero como que no sabes leer ni escribir?, eres el hombre ideal para ocupar este puesto, pero es muy necesario que anotes muchas cosas y al final de cada día tendrás que rendir un informe por escrito de todas tus actividades, y si no sabes leer ni escribir simplemente no podrás desempeñar el trabajo, por tanto siento mucho tu empeño y voluntad y tu capacidad mostrada durante las entrevistas, pero el puesto no puede ser para ti, por este simple detalle.
Salí desconsolado del lugar y ¿ahora que hago? no tengo dinero para regresar a mi comarca y continuar mi vida y me quedé sentado frente a la iglesia y observé como la gente salía de misa deseosos la mayoría de fumarse un cigarrillo y acudían al estanquillo más cercano para hacerse de sus cigarrillos, de inmediato se me ocurrió ahorrarles el tener que ir al estanquillo y pensé en acercarles el producto, pero al no tener dinero con que comprar, me acerque a uno de ellos y con mucha pena le pedí me obsequiara un cigarrillo, lo hizo con gusto, esperé a que se retiraran y a que salieran los de la siguiente hora y vendí con gran facilidad mi primer cigarrillo, con este dinero pude comprar más y otros más hasta llegar al punto de satisfacer las necesidades de la gente que salía de misa a diferentes horas, y este fue mi trabajo por mucho tiempo.
Posteriormente vinieron otras épocas hasta que llegue al punto de poner mi propia fábrica de cigarrillos misma que pongo a sus órdenes.
Sorprendido el agente de seguros exclamó:
Sr., le externo mi más sincero reconocimiento y respeto, Usted, sin saber leer ni escribir ha construido éste emporio cigarrero, “¿que no hubiera construido si hubiera sabido leer y escribir?”.
A lo que responde el Sr. ¡Si hubiera sabido leer y escribir, yo sería campanero de la Iglesia de Santa María!
El vendedor de seguros al ver esta escena se sorprendió de tal forma que no resistió preguntarle al dueño de la cigarrera el ¿porque siendo el dueño de aquella empresa de tal magnitud y conocida a nivel mundial, no sabía firmar?
El Sr. Con la mayor tranquilidad le explicó la siguiente historia:
Yo nací en una comarca al norte de este país, los habitantes del lugar se dedican al pastoreo de ovejas, no había escuelas, por tanto el estudiar no era importante, sin embargo una que otra persona sabía leer y escribir porque de alguna forma habían logrado salir del lugar para asistir a una escuela y por platicas con estas personas uno se enteraba de la existencia de otros mundos diferentes al pastoreo que a estas alturas era a lo que yo me dedicaba a mis 14 años.
Dentro de estas pláticas un día escuche que en la Iglesia de Santa María, ubicada en la capital, estaban solicitando un campanero para lo que ofrecían enviarles el importe del pasaje de ida a la capital pero no incluían el regreso si no resultaba seleccionado, esto resultó muy atractivo para mí, que quería probar otra suerte, y pedí a uno de los que sabían escribir enviara por favor mi solicitud para competir para dicho puesto y así fue.
A los pocos días recibí el aviso de haber sido aceptado para competir como candidato para ocupar dicho puesto, y también me enviaron el dinero para cubrir el pasaje únicamente de ida, en esos momentos yo no pensaba en el regreso porque mentalmente me hice a la idea de que ese puesto sería para mí.
Al llegar a la iglesia había cualquier cantidad de personas deseando obtener el puesto, pero yo no desistí y era tal mi deseo que después de una serie de entrevistas fui seleccionado, por tanto el puesto era para mí y tenía que pasar con el párroco de la iglesia para recibir instrucciones.
Al llegar con el párroco, me entrego papel y lápiz y me pidió que tomara nota.
A lo que respondí:
Perdón Padre, yo no sé leer ni escribir.
¿Pero como que no sabes leer ni escribir?, eres el hombre ideal para ocupar este puesto, pero es muy necesario que anotes muchas cosas y al final de cada día tendrás que rendir un informe por escrito de todas tus actividades, y si no sabes leer ni escribir simplemente no podrás desempeñar el trabajo, por tanto siento mucho tu empeño y voluntad y tu capacidad mostrada durante las entrevistas, pero el puesto no puede ser para ti, por este simple detalle.
Salí desconsolado del lugar y ¿ahora que hago? no tengo dinero para regresar a mi comarca y continuar mi vida y me quedé sentado frente a la iglesia y observé como la gente salía de misa deseosos la mayoría de fumarse un cigarrillo y acudían al estanquillo más cercano para hacerse de sus cigarrillos, de inmediato se me ocurrió ahorrarles el tener que ir al estanquillo y pensé en acercarles el producto, pero al no tener dinero con que comprar, me acerque a uno de ellos y con mucha pena le pedí me obsequiara un cigarrillo, lo hizo con gusto, esperé a que se retiraran y a que salieran los de la siguiente hora y vendí con gran facilidad mi primer cigarrillo, con este dinero pude comprar más y otros más hasta llegar al punto de satisfacer las necesidades de la gente que salía de misa a diferentes horas, y este fue mi trabajo por mucho tiempo.
Posteriormente vinieron otras épocas hasta que llegue al punto de poner mi propia fábrica de cigarrillos misma que pongo a sus órdenes.
Sorprendido el agente de seguros exclamó:
Sr., le externo mi más sincero reconocimiento y respeto, Usted, sin saber leer ni escribir ha construido éste emporio cigarrero, “¿que no hubiera construido si hubiera sabido leer y escribir?”.
A lo que responde el Sr. ¡Si hubiera sabido leer y escribir, yo sería campanero de la Iglesia de Santa María!
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