6.- Mala suerte
Hay ocasiones en que se suscitan imprevistos ante los cuales no hay nada que hacer. Un día se entera usted de que ha habido cambios en la administración de la empresa en que trabaja, y le han asignado un nuevo jefe. E recién llegado desea trabajar con su propio equipo, y usted se ve obligado a renunciar, ó lo despiden, sin que tenga la menor culpa.
¿Qué hacer? Por principio de cuentas, no se sienta responsable de lo sucedido. Segundo: recuerde que siempre dispone de opciones, aunque no las vea muy claras en un momento dado.
Considere el caso de Nick y Liz Thomas. Después de salir de la Fuerza Aérea norteamericana, en la que había sido piloto de combate, Nick incursionó en el negocio de los seguros en Filadelfia. Transcurrieron ocho años, y un ascenso que le prometieron durante mucho tiempo no se hacía realidad. El renunció. Su siguiente empleo fue la gerencia regional de una compañía de seguros más pequeña; lo despidieron al cabo de nueve años.
Algún tiempo se dedicó a su propio negocio de consultor financiero, pero contaba con escaso capital, y pronto fracaso. “A los 47 años, tenía yo que soportar una enorme presión económica”, cuenta Nick, “y no veía solución alguna. Me sentía un fracasado”.
Liz, que se había convertido al catolicismo, se dedicó a orar. “Todas las mañanas iba a la iglesia y rezaba por que algo ocurriera. Un día empecé a oír tres palabras, una y otra vez. Me parecía como si la madre de Nick, que había fallecido un año antes, estuviera tratando de decirme algo. Las tres palabras eran: “Prepara la mostaza”. La familia de Liz conocía una receta de este condimento procedente de Rusia, y todas las Navidades de los Thomas, regalaban mostaza a sus amigos.
Al principio, Nick pensó que su mujer estaba loca, pero luego le pareció buena la idea de la mostaza. “No puedo pelear contra ti y contra mi madre”. “Adelante, pues”. Fue a la cremería local, el dueño probó la mostaza y pidió toda la producción.
La suerte, un accidente, una corazonada ó una voz… ¿Quién sabe de donde proviene la iniciativa? Cuando todo falla, podemos escuchar nuestras voces interiores; acaso surja alguna idea.
Las oportunidades vienen y van, y en un momento dado es posible cambiar de ruta. Pero si es usted capaz de reflexionar serenamente sobre el fracaso9, y se da cuenta de que siempre hay opciones, habrá aprovechado una lección inapreciable.
¿Por qué fracasa la gente capaz?, puede ser por muchísimas razones. Pero no importa tanto el fracaso; hasta los mejores llegan a caer. No tiene importancia, siempre y cuando aprendamos de él. ¿Cuál es la característica que distingue a la gente en verdad capaz? Que es capaz de aprender.
Hay ocasiones en que se suscitan imprevistos ante los cuales no hay nada que hacer. Un día se entera usted de que ha habido cambios en la administración de la empresa en que trabaja, y le han asignado un nuevo jefe. E recién llegado desea trabajar con su propio equipo, y usted se ve obligado a renunciar, ó lo despiden, sin que tenga la menor culpa.
¿Qué hacer? Por principio de cuentas, no se sienta responsable de lo sucedido. Segundo: recuerde que siempre dispone de opciones, aunque no las vea muy claras en un momento dado.
Considere el caso de Nick y Liz Thomas. Después de salir de la Fuerza Aérea norteamericana, en la que había sido piloto de combate, Nick incursionó en el negocio de los seguros en Filadelfia. Transcurrieron ocho años, y un ascenso que le prometieron durante mucho tiempo no se hacía realidad. El renunció. Su siguiente empleo fue la gerencia regional de una compañía de seguros más pequeña; lo despidieron al cabo de nueve años.
Algún tiempo se dedicó a su propio negocio de consultor financiero, pero contaba con escaso capital, y pronto fracaso. “A los 47 años, tenía yo que soportar una enorme presión económica”, cuenta Nick, “y no veía solución alguna. Me sentía un fracasado”.
Liz, que se había convertido al catolicismo, se dedicó a orar. “Todas las mañanas iba a la iglesia y rezaba por que algo ocurriera. Un día empecé a oír tres palabras, una y otra vez. Me parecía como si la madre de Nick, que había fallecido un año antes, estuviera tratando de decirme algo. Las tres palabras eran: “Prepara la mostaza”. La familia de Liz conocía una receta de este condimento procedente de Rusia, y todas las Navidades de los Thomas, regalaban mostaza a sus amigos.
Al principio, Nick pensó que su mujer estaba loca, pero luego le pareció buena la idea de la mostaza. “No puedo pelear contra ti y contra mi madre”. “Adelante, pues”. Fue a la cremería local, el dueño probó la mostaza y pidió toda la producción.
La suerte, un accidente, una corazonada ó una voz… ¿Quién sabe de donde proviene la iniciativa? Cuando todo falla, podemos escuchar nuestras voces interiores; acaso surja alguna idea.
Las oportunidades vienen y van, y en un momento dado es posible cambiar de ruta. Pero si es usted capaz de reflexionar serenamente sobre el fracaso9, y se da cuenta de que siempre hay opciones, habrá aprovechado una lección inapreciable.
¿Por qué fracasa la gente capaz?, puede ser por muchísimas razones. Pero no importa tanto el fracaso; hasta los mejores llegan a caer. No tiene importancia, siempre y cuando aprendamos de él. ¿Cuál es la característica que distingue a la gente en verdad capaz? Que es capaz de aprender.
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