jueves, 8 de octubre de 2009

porque fracasa la gente capaz.

Por: Rogelio

Quizá haya fracasado usted en algún momento de su vida. Al fin y al cabo, la única manera de evitar el fracaso es no esforzarse por alcanzar el éxito; quedarse cruzado de brazos. Pero es posible aprender de los fracasos; identificar la causa y enmendarlo. Usted dispone del poder necesario para cambiar.

Hasta un triunfador como Samuel Beckett, quizá el dramaturgo más destacado del siglo XX, escribió que sentía a sus anchas ante el fracaso pues había “aspirado profundamente su aire vivificante”.

Es importante analizar bien la derrota; hay que hacerle frente, para evitar que se repita. Basadas en casi 200 entrevistas a personas que sobreviven a graves reveses en su vida, he aquí las 6 causas más comunes del fracaso. Bien sea usted un ejecutivo de una empresa privada ó funcionario público, en esta lista encontrará su caso.

1.- Falta de habilidad social. La mayoría de las personas que fracasan por esta razón, aducen que la “politiquería de la oficina” ha provocado su descalabro, pero tal politiquería acaso no sea sino la interacción normal entre la gente. Si tiene usted algún conflicto de este tipo, quizá se trate en realidad de una deficiencia suya para relacionarse bien con la gente.

Es posible salir avante en la soledad durante algún tiempo, a base de puro talento, pero la mayoría de las ocupaciones implican relacionarse con otras personas. Se puede tener una gran inteligencia para lo académico y no obstante, carecer de inteligencia social: es decir, saber escuchar, tener tacto, aceptar y hacer críticas en forma conveniente. Las personas que gozan de gran inteligencia social, reconocen sus errores, aceptan la censura justificada y siguen adelante. Además saben granjearse el apoyo de sus colaboradores.

La gente puede ayudarle a fracasar, si usted no le agrada. Un día en cierto aeropuerto, un viajero observaba a un hombre de negocios bien vestido que le gritaba acremente al maletero. Cuanto más violento se ponía el primero, más calmado parecía el maletero. Al irse el hombre bien vestido, el viajero felicitó al empleado por su ecuanimidad. “No tiene importancia”, contestó el sonriendo. “Verá usted: ese tipo va a Florida, pero su equipaje lo envié a Michigán”. Los compañeros de trabajo, e incluso los subalternos cuando se les maltrata, pueden hundirlo a uno.

Por otra parte, es posible salir bien librado, a pesar de cometer errores graves, si se tiene inteligencia social. Por eso tantos ejecutivos mediocres sobreviven a violentas convulsiones en las empresas. Tratan a la gente con tacto, de modo que la gente los quiere y, cuando se equivocan, sus partidarios los ayudan a recuperarse. Un error puede incluso favorecer su carrera, si el jefe considera que el caso se manejó con madurez y responsabilidad.

A las personas con poca habilidad para las relaciones interpersonales les resulta difícil aceptar las críticas. Cuando se les demuestra que han cometido un error, suelen desencadenar sus emociones y su ego herido: niegan tener responsabilidad y se enfurecen y exteriorizan su mal humor, se dan a conocer como sarcásticas y temperamentales.

La inteligencia social es una cualidad que se adquiere, al igual que se aprenden los buenos modales. Cuanto más se pone a prueba, más se perfecciona.


Nota: El resto de las seis causas las continuaremos analizando en los siguientes capítulos.


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