Los pequeños blocs de colores fluorescentes (adheribles) que no dejan huella de adhesivo al pegarse, resultan tan útiles que es difícil explicar como pudimos vivir sin ellos antes de que existieran. El hecho es que los famosos blocs de la 3M constituyen uno de los fenómenos comerciales de toda una década.
No obstante, al principio, prácticamente todos los expertos se habían opuesto a llevar a cabo esta idea. De no haber sido por el buen juicio de muchas secretarias (que por instinto juzgaron excelente la idea), y por un ingeniero químico de la 3M, quien al mismo tiempo era también miembro del coro de su parroquia y había visto, por tanto la necesidad de papel adhesivo para señalar ciertos cánticos en su himnario, es posible que tal bloc no hubiese llegado nunca al mercado.
Momentos de inspiración. El adhesivo empleado en los blocs fue una aportación de Spencer Silver, químico que hacia finales de los años sesentas, trabajaba en los Laboratorios Centrales de Investigación de la Compañía 3M, estudiando un nuevo gripo de sustancias adhesivas a presión. Consciente de que la ciencia es, por una parte, calculo esmerado y por otra, ensayo y error consecutivos, realizó un experimento valiéndose de cierta original combinación de aquellas sustancias adhesivas.
El material obtenido no era decididamente adhesivo, producía lo que los científicos de la 3M llaman una pegajosidad entre dos superficies, pero no una fuerte adherencia entre ellas. Quizá no fuese una sustancia muy adherente, pero Silver se “adhirió” a ella.
Silver presentó su hallazgo ante colegas de la 3M, pero entonces estos procuraban encontrar un mejor adhesivo, no algo evidentemente inferior. Y el mismo, por su parte, no estaba seguro del uso específico que pudiera darse al suyo.
De 1968 a 1973, se esforzó discretamente por ganarse el interés de sus compañeros, iba de una a otra división de la 3M tratando de esclarecer que aplicación darle a su descubrimiento. La mayoría de sus colegas le decían: “Pero, ¡caramba!, ¿Qué puede hacer uno con un pegamento que no pega?”. Sin embargo, ninguno llegó a afirmar: “¡Basta ya de quitarme el tiempo!”
En realidad, rechazar radicalmente el proyecto favorito de Silver habría violado uno de los principios más respetados de la 3M. Mientras el químico desempeñara cumplidamente las labores que tenía asignadas no habría razón alguna para descorazonarlo.
(Continuará….)
No obstante, al principio, prácticamente todos los expertos se habían opuesto a llevar a cabo esta idea. De no haber sido por el buen juicio de muchas secretarias (que por instinto juzgaron excelente la idea), y por un ingeniero químico de la 3M, quien al mismo tiempo era también miembro del coro de su parroquia y había visto, por tanto la necesidad de papel adhesivo para señalar ciertos cánticos en su himnario, es posible que tal bloc no hubiese llegado nunca al mercado.
Momentos de inspiración. El adhesivo empleado en los blocs fue una aportación de Spencer Silver, químico que hacia finales de los años sesentas, trabajaba en los Laboratorios Centrales de Investigación de la Compañía 3M, estudiando un nuevo gripo de sustancias adhesivas a presión. Consciente de que la ciencia es, por una parte, calculo esmerado y por otra, ensayo y error consecutivos, realizó un experimento valiéndose de cierta original combinación de aquellas sustancias adhesivas.
El material obtenido no era decididamente adhesivo, producía lo que los científicos de la 3M llaman una pegajosidad entre dos superficies, pero no una fuerte adherencia entre ellas. Quizá no fuese una sustancia muy adherente, pero Silver se “adhirió” a ella.
Silver presentó su hallazgo ante colegas de la 3M, pero entonces estos procuraban encontrar un mejor adhesivo, no algo evidentemente inferior. Y el mismo, por su parte, no estaba seguro del uso específico que pudiera darse al suyo.
De 1968 a 1973, se esforzó discretamente por ganarse el interés de sus compañeros, iba de una a otra división de la 3M tratando de esclarecer que aplicación darle a su descubrimiento. La mayoría de sus colegas le decían: “Pero, ¡caramba!, ¿Qué puede hacer uno con un pegamento que no pega?”. Sin embargo, ninguno llegó a afirmar: “¡Basta ya de quitarme el tiempo!”
En realidad, rechazar radicalmente el proyecto favorito de Silver habría violado uno de los principios más respetados de la 3M. Mientras el químico desempeñara cumplidamente las labores que tenía asignadas no habría razón alguna para descorazonarlo.
(Continuará….)
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